Un documento que brinda a los esposos la
oportunidad de vivir un matrimonio más profundo y fecundo.
Cuando algo anda mal en el mundo, es
que la Iglesia tiene razón. Quien lea detenidamente la Encíclica Humanae Vitae
del Papa Pablo VI, verá cómo y por qué muchas cosas acontecidas en el mundo a
lo largo de los 30 últimos años.
CARTA PASTORAL DE MONS. CHAPUT,
ARZOBISPO DE DENVER
En el 30º aniversario de la
Enciclica Humanae Vitae
Hace treinta años, el Papa Pablo VI
publicó la carta encíclica Humanae Vitae, reafirmando la enseñanza constante de
la Iglesia sobre la regulación de la natalidad. Se trata, seguramente, de la
intervención papal más mal entendida de este siglo. Fue la chispa que dio
inicio a tres décadas de duda y disenso entre muchos católicos, sobre todo en
los países desarrollados. Sin embargo, con el paso del tiempo, ha resultado
profética. Enseña la verdad. Por consiguiente, la finalidad de esta carta
pastoral es sencilla. El mensaje de la Humanae vitae no es una carga sino una
fuente de alegría. La encíclica brinda a los esposos la oportunidad de vivir un
matrimonio más profundo y fecundo.
«Liberación»
del hombre y explotación de la mujer
En segundo lugar, advirtió que
le hombre perdería el respeto a la mujer «sin preocuparse de su equilibrio
físico o psicológico», hasta el punto de considerarla «como simple instrumento
de goce egoísta y no como compañera, respetada y amada». En ese proceso,
uno de los aspectos más irónicos del debate de la pasada generación sobre la
anticoncepción fue el siguiente: muchas feministas atacaron a la Iglesia
católica por su presunta falta de aprecio a las mujeres, pero en la Humanae
vitae la Iglesia identificó y rechazó la explotación sexual de la mujer años
antes de que ese mensaje entrara a formar parte de la corriente cultural
principal. Una vez más, Pablo VI tuvo razón.
Arma
eugenética peligrosa
En tercer lugar, el Santo Padre
advirtió que el uso generalizado de la anticoncepción pondría un arma peligrosa
en las manos de autoridades.
Las políticas de control demográfico
son ahora parte integrante de casi todos los debates sobre las ayudas a los
países extranjeros. La masiva exportación de anticonceptivos, de la práctica
del aborto y de la esterilización desde el mundo industrializado hacia los
países en vías de desarrollo no es más que una forma más o menos encubierta de
guerra contra la población y de cambio cultural. También en esto Pablo VI tenía
razón.
Deshumanización
de la mujer
En cuarto lugar, advirtió que
la anticoncepción llevaría a los seres humanos a creer erróneamente que tienen
un señorío ilimitado sobre su cuerpo, transformando inevitablemente a la
persona humana en objeto. El hombre y la mujer participan de modo singular en
la gloria de Dios a través de su capacidad de crear. Sin embargo en la base de
la anticoncepción está la suposición de que la fertilidad es una infección que
se ha de combatir y controlar de la misma manera que se ataca a las bacterias
con los antibióticos. Si la fertilidad se presenta, de forma incorrecta,
como una infección que es preciso combatir, entonces es posible hacer lo mismo
con una nueva vida. La mujer se convierte en objeto de los instrumentos con los
que pretende asegurar su propia liberación y defensa, mientras el hombre no
comparte esa carga. Una vez más Pablo VI tenía razón.
Alteración
ecológica de las relaciones humanas
De este último argumento del Santo
Padre han resultado muchas otras cosas: la fecundación in vitro, la clonación,
la manipulación genética y los experimentos sobre embriones, todos ellos
derivados de la técnica anticonceptiva. Las técnicas anticonceptivas,
precisamente por su impacto sobre la intimidad sexual, han trastocado nuestro
modo de entender los fines de la sexualidad, de la fertilidad e incluso del
matrimonio. Los ha separado de la identidad natural y orgánica de la persona
humana y ha alterado la ecología de las relaciones humanas. Ha confundido
nuestro vocabulario sobre el amor. Hay
sociedades que se están arruinando con problemas de identidad sexual y
comportamientos desviados, con la destrucción de la familia. Jesús dijo que la
verdad nos haría libres.
EXPLICAR
BIEN LA VERDAD DE LA HUMANAE VITAE
Los deberes y responsabilidades de la
vida matrimonial son numerosos y también serios. En el amor conyugal, Dios
desea que los cónyuges encuentren gozo y placer, esperanza y vida abundante,
uno en otro y uno a través del otro, de modo que el marido y la mujer, sus
hijos y cuantos los conocen, pueden ser estrechados más profundamente en el
abrazo de Dios.
Oremos a la Sagrada Familia modelo del hogar
Cristiano para que proteja a la iglesia domestica!
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