lunes, 17 de junio de 2013

Bienaventuranzas de los esposos




-Bienaventurados ustedes, esposos cristianos, que saben ser pobres en el espíritu, que no hacen depender la felicidad de la cuenta bancaria, del coche más lujoso o de la casa más grande.
-Bienaventurados los esposos que afrontan con valor las aflicciones y las pruebas y que no pierden la confianza de que el Señor seguirá acordándose de ustedes.
-Bienaventurados los esposos llenos de mansedumbre, que saben escuchar y perdonar, que en las diferencias se acogen con paciencia, y que no pierden nunca el humor.
-Bienaventurados los esposos que tienen hambre y sed de justicia, que abren las puertas y los corazones a los pequeños problemas del vecino y a los grandes problemas del mundo.    
-Bienaventurados los esposos llenos de misericordia, que se dan cuenta de las heridas y las fatigas de los hermanos y que se detienen a curarlas pagando de su bolsillo, que saben abrir la puerta y preparar la mesa a los amigos y también a los pobres.
-Bienaventurados los esposos puros de corazón que se entregan uno a otro sin secretos de cuerpo y del alma, que intentan cada día decirse todo, y que acogen la vida como signo del amor del Creador.
-Bienaventurados los esposos constructores de paz, la de la familia y la del mundo, que en cada conflicto buscan el diálogo, que no piensan resolver los problemas a partir de la razón del más fuerte, y que educan a los hijos sin levantar vallas entre ustedes y ellos.

-Bienaventurados ustedes si logran realizar en su vida al menos un poco de lo que les enseña el evangelio: y, si sucede que les llaman anticuados o necios, precisamente entonces es cuando su vida agrada más al Señor.

lunes, 13 de mayo de 2013

LA PERFECCIÓN EN LA PAREJA


Cuento: La mujer perfecta
Un hombre conversaba con sus amigos en una casa de té y les contaba cómo había emprendido un largo viaje para encontrar a la mujer perfecta con quien casarse. Les decía:
-Viajé a España, y después de un tiempo encontré a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta, de una gran personalidad.
Dijeron sus amigos:
-¿Por qué no te casaste con ella?
-No era completa -respondió- Después fui a Francia, y allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa: hermosa, sensible, delicada, cariñosa.
-¿Por qué no te casaste con ella? - dijeron los amigos.
-Porque no era lo perfecta que yo quería. Entonces me fui a Alemania, y allí, por fin, encontré a la mujer de mis sueños: ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.
-¿Y por qué no te casaste con ella, entonces? -insistieron sus amigos.
-Pues... ¿saben por qué?: ella también buscaba a un hombre perfecto.

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La mayoría de las personas sueñan alguna vez con conocer esa persona que reúne todos los requisitos del ideal de hombre o de mujer, con quien él o ella quisieran pasar el resto de sus vidas; ese príncipe azul o esa adorable princesa que anhelan, y que la vida parezca precisamente eso, un cuento de ensueño.
No existen las personas perfectas, ni los matrimonios perfectos, ni las familias ideales; aunque si existen todas las posibilidades de ser felices con aquellas personas con quienes compartimos la vida, con quien hemos decidido construir una familia, y juntos disfrutar de un proyecto de vida en común.
La pareja perfecta no existe y eso es lo mejor. Si existiera sería una, porque me imagino yo que tanta
perfección aburre a las ovejas. Lo que encontraremos, con suerte, es el complementario ideal,
La perfección humana si existiera, no es garantía de felicidad.
La única perfección del amor es Dios porque ningún ser humano moriría por nosotros como él lo hizo.

“El hombre todo lo perfecciona en torno suyo; lo que no hace es perfeccionarse a sí mismo”
 Jean Baptiste Alphonse Karr (1808-1890) Escritor francés.