Cuento: La mujer
perfecta
Un hombre conversaba con sus amigos en una casa de té y les contaba cómo
había emprendido un largo viaje para encontrar a la mujer perfecta con quien
casarse. Les decía:
-Viajé a España, y después de un tiempo encontré a una mujer formidable,
atenta, inteligente, culta, de una gran personalidad.
Dijeron sus amigos:
-¿Por qué no te casaste con ella?
-No era completa -respondió- Después fui a Francia, y
allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa: hermosa, sensible, delicada,
cariñosa.
-¿Por qué no te casaste con ella? - dijeron los amigos.
-Porque no era lo perfecta que yo quería. Entonces me fui a Alemania,
y allí, por fin, encontré a la mujer de mis sueños: ingeniosa y creativa,
hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.
-¿Y por qué no te casaste con ella, entonces? -insistieron sus amigos.
-Pues... ¿saben por qué?: ella también buscaba a un hombre perfecto.
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La mayoría de las personas sueñan alguna vez con conocer esa persona
que reúne todos los requisitos del ideal de hombre o de mujer, con quien él o ella
quisieran pasar el resto de sus vidas; ese príncipe azul o esa adorable princesa
que anhelan, y que la vida parezca precisamente eso, un cuento de ensueño.
No existen las personas perfectas, ni los matrimonios perfectos,
ni las familias ideales; aunque si existen todas las posibilidades de ser felices
con aquellas personas con quienes compartimos la vida, con quien hemos decidido
construir una familia, y juntos disfrutar de un proyecto de vida en común.
La pareja perfecta no existe y eso es lo mejor. Si existiera
sería una, porque me imagino yo que tanta
perfección aburre a las ovejas. Lo que encontraremos, con
suerte, es el complementario ideal,
La perfección humana si existiera, no es garantía de felicidad.
La única perfección del amor es Dios porque ningún ser humano moriría
por nosotros como él lo hizo.
“El hombre todo lo perfecciona en
torno suyo; lo que no hace es perfeccionarse a sí mismo”
Jean Baptiste Alphonse Karr (1808-1890) Escritor francés.
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