martes, 21 de agosto de 2012

LA FELICIDAD

«Sólo podrá ser enteramente feliz el hombre
que dé la cara a la negatividad de su vida,
no el hombre que se esconda cobardemente del dolor,
cerrando los ojos a su realidad.
Esta es quizá la gran aportación, la más original
aportación del cristianismo: que nos enseña a enfrentarnos
de lleno y sin tapujos con el dolor...
La contradicción más radical que tenemos ante el hecho de morir y el deseo de no morir...
A través de esta respuesta paradójica,
Dios invita a su pueblo a reconsiderar las cosas...»


Esto es, ser feliz, o no serlo depende de la determinación del individuo. Podemos ser felices y estar tristes, aquella felicidad utópica donde todo es alegría, no existe (y de hecho me parece más aterradora, un infierno de sonrisas)
Comparemos la felicidad con una escalera de escalones imaginarios, el ser humano los va inventando uno a uno, el nombre de ellos puede ser riqueza o poder, pero estos no dan felicidad, si no alegría. La felicidad es la sensación de estar subiendo. Algunos creen que el último escalón se llama Dios,

" Recuerda que el secreto de la felicidad está en la libertad
y el secreto de la libertad, en el coraje.”
                                                                 Tucídides






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